Como la lava leve es un extenso poema, un recorrido a través de los recuerdos que se enhebran a partir del motivo del viaje como hilo conductor. Si bien lo autobiográfico está presente en el libro, nunca conviene reducir la poesía a eso solo. Las vivencias propias se transforman en metáforas de otra cosa. El mismo viaje, con toda la tradición literaria que tiene a sus espaldas, se constituye en un trayecto geográfico que deviene en una búsqueda interior. La poesía, además, es un territorio de símbolos: en este caso, el agua es el símbolo por excelencia. El poeta se sumerge en un río cordobés y ahí comienzan los recuerdos de la infancia, de lugares, de personajes, de viajes. Sumergirse en el agua es un retorno a las fuentes, un entregarse al fluir de los pensamientos, una regresión de la que se sale renovado: “recuerdos que van y vienen / en un zigzag / el líquido de un serpenteo / mientras nado y vuelo / en el agua helada”.
En cuanto a la escritura, resulta interesante la unión fondo/forma. La escritura de un poema único con mínima puntuación equivale a ese dejarse llevar por el agua. Esto provoca una serie de imágenes donde los sentidos son los protagonistas y donde las enumeraciones ―ese vértigo de las listas del que habla Umberto Eco― permiten enlazar los temas y motivos del libro: “Amanece / mientras llueven / los fragmentos / de un cielo azul / con el velo / tenue y lento / fresco, inquieto / de un año que se va / tal vez para siempre / como un recuerdo helado / añil, turquesa / como un presagio / vacío y blanco”.
Para terminar, recurro al título, aunque en realidad sea
lo primero que nos llama la atención de un libro. Como
la lava leve es un muy buen ejemplo de aliteración y de oxímoron, dos
recursos bien poéticos que nos hablan del trabajo con el lenguaje que no debe
faltar en todo poema.
Adriana Santa Cruz
La nota completa, publicada en el prestigioso sitio Leedor, también se puede leer aquí abajo
https://medium.com/leedor/como-la-lava-leve-de-nicol%C3%A1s-garc%C3%ADa-s%C3%A1ez-9581f0de2c85