miércoles, 9 de noviembre de 2022

LA LUPA EN OLIVERIO / OPA RIRE / OLGA BARZOLA

Conocí a Olga hace cuatro o cinco años en un taller literario que por entonces yo dictaba. Ella llegaba con sus silencios y sus misterios y de pronto nos desbordaba con sus textos bellos y prolijos, sus historias audaces y sus personajes que se encarnaban ahí, al lado nuestro.

Olga disfruta de la música y de las pinturas, por ello, en casi todos sus relatos hay alguna referencia a compositores y a artistas plásticos. Pero también están escritos como en una partitura en las que ritmo y cadencia son tan relevantes como el sentido de las frases. Las descripciones de las locaciones semejan grandes frescos, con vívidos colores y trazos limpios y firmes. El lector tendrá la oportunidad de reconocer una voz cálida, de esas que no tienen estridencias ni molestan al oído. Las palabras son las justas, porque no sobran en cada una de las oraciones sino que encajan con la precisión de un mecanismo que girará armónico, hasta llevarnos a un final insospechado.

Olga hace literatura porque nos cuenta lo que pasó con palabras e imágenes que no son las ordinarias: “Una cicatriz en la cara y otras en las manos habían quedado para recordarle que hubo momentos donde ningún Dios lo custodió”, en Lunes por la tarde.

Más adelante, en el cuento Abelardo, describe sutilmente al protagonista: “Abelardo aún sueña, pero ya despierto. Sus movimientos, con el paso del tiempo, se han enlentecido, no es el mismo que levantaba grandes bultos en los galpones de la estación de tren”. Así, nos adentra en la historia de un amor perpetuo, que atraviesa el tiempo y que ni la tragedia pudo desterrar de la memoria.

El gusto pictórico de la autora se patentiza en Caravaggio anunció la despedida, donde un sueño se desovilla en una sesión de psicoanálisis, y la pasión contenida rompe las esclusas que aprisionan el deseo.

En cada relato, Olga Barzola muestra un mundo en el que podríamos habitar cómodamente porque encontramos paisajes conocidos, nos identificamos con miedos, sueños y pesadillas. Por eso, la lectura de estos textos nos resulta clara y nos lleva a sentir que dentro de este libro palpita un mundo.


Prólogo de Fabián Reato