lunes, 5 de febrero de 2024

DAUPHINS JAUNES / DELFINES AMARILLOS / NEPTUNE ET LES FAUNES / NICOLÁS GARCÍA SÁEZ

NICOLÁS GARCÍA SÁEZ NEPTUNE ET LES FAUNES

 

Dauphins jaunes*

Je suis le clown qui illumine avec sa bouche tes après-midi de plomb / Je touche le hameçon dans ton ventre et les poissons morts de rire / Je suis le fantôme qui te couvre avec ses ombres les jours de pluie / Je mords l’étreinte de tes lèvres qui tremblent las de peur / Je vois sur ta peau des dauphins jaunes / Saignant de l’écume par lesyeux brisés / Je bois dans ta coupe les jus du vent / Je lutte et ils me balaient les restes d’une vague / Je souffle la poudre, qui brûle tes joues / Je nage dans l’eau du fond de tes entrailles / Je suis le voyageur qui te guide avec ses heures de fumée et de terre / Je goûte le charme de ton haleine qui fait fondre les couleurs les plus froides / Je suis le soldat qui combat avec sa troupe tes nuits d’insomnie / Je cours dans le sable de tes seins qui m’enveloppent avec toute leur tiédeur 

 Je vois sur ta peau des dauphins jaunes / Saignant de l’écume par lesyeux brisés / Je bois dans ta coupe les jus du vent / Je lutte et ils me balaient les restes d’une vague / Je souffle la poudre, qui brûle tes joues / Je nage dans l´eau du fond de tes entrailles

 

* Paroles d’une chanson de l’auteur

 

Delfines amarillos*

Soy el payaso que ilumina con su boca tus tardes de plomo / Toco el anzuelo en tu barriga y a los peces muertos de risa / Soy el fantasma que te abriga con sus sombras los días de lluvia / Muerdo el abrazo de tus labios que tiritan hartos del miedo / Veo en tu piel delfines amarillos / Sangrando espuma por los ojos rotos / Bebo en tu copa los jugos del viento / Lucho y me barren los restos de una ola / Soplo el rubor, que arde en tus mejillas / Nado en el agua del fin de tus entrañas / Soy el viajero que te guía con sus horas de humo y de tierra / Pruebo el hechizo de tu aliento que derrite los colores más fríos / Soy el soldado que combate con su tropa tus noches de insomnio / Corro en la arena de tus pechos que me envuelven con toda su tibieza

Veo en tu piel delfines amarillos / Sangrando espuma por los ojos rotos / Bebo en tu copa los jugos del viento / Lucho y me barren los restos de una ola / Soplo el rubor, que arde en tus mejillas / Nado en el agua del fin de tus entrañas

 * Letra de una canción del autor 

DELFINES AMARILLOS / NICOLÁS GARCÍA SÁEZ / NEPTUNE ET LES FAUNES /  EDITORIAL OLIVERIO

TRADUCCIÓN AL FRANCÉS: LAURA BALAGUER

miércoles, 1 de marzo de 2023

Oliverio y Nétflix

Nicolás García Sáez Nétflix

 


                            
                                   


Hace un par de semanas (dentro de nuestra Mega Cofradía interconectada, que reúne al Colectivo Los Verdes Platónicos, a Los Verdes Paralelos, a la editorial Sátira y Musa y a nosotros, la editorial Oliverio) hablamos de silogismos y sinergias. En esa interconexión, la sinergia es, claro, la materia prima, el quid del asunto, la semilla que crece en cámara lenta o a un ritmo trepidante.

Hace varios días detectamos un detalle que nos llamó gratamente la atención: nuestra querida Leticia López Margalli aparecía con tenues neones, y aun así titilantes, en la plataforma más popular de Streaming. Su nueva serie ¨Tríada¨, estaba posicionada como la número 1 en ese momento y hoy mismo sigue, inamovible, en ese puesto number One.  Nétflix y Oliverio, un solo Corazón.

Leticia López Margalli es una guionista mexicana, intensa y profunda, ultra talentosa y exigente con su trabajo, reconocidísima a nivel mundial. Algunos de sus preciados laureles recuerdan que es la coautora de ¨Las Aparicio¨, obra que, sin exagerar, hizo tambalear varios paradigmas de su país y de buena parte de la comunidad de habla castellana que habita en los Estados Unidos. Trabajó además con Hollywood y el cine europeo.

Así las cosas, Leticia también es una de las prologuistas de ¨Netuno e as Faunas¨, el último poemario bilingüe de Nicolás García Sáez

 

Dijo Leticia, en su prólogo para ¨Netuno e as Faunas¨

 No sé juzgar poesía. Soy, más bien, escritora de televisión, y en ese lenguaje que me es más conocido, puedo hacer mi reseña: me conmovieron mucho “Un gato” y “Una tortuga”, pequeños homenajes a la ternura. El “Poema que pudo haber soñado un ex presidente¨, con la aparición de Bolivia pidiendo su salida al mar. La presencia de dos que tres dignatarios derrotados, unos en Grecia, otros en América Latina. La historia trágica de amor que se intuye detrás de los delfines amarillos. Melancolía, un toque de humor por aquí, por allá. Me encanta –como en las series de suspenso– cuando una línea que no esperaba se agazapa tras una puerta y me sorprende de pronto. Y como no sé juzgar poesía, supongo que la buena es aquella que convoca imágenes, atmósferas. El olor de un color o el sabor de la brisa. Y en este recorrido encuentro poemas que saben a líquenes, a rocas, a sal, que evocan aguas color de musgo, el viento frío, graznidos de aves que me son desconocidas, que tal vez nunca llegue a escuchar. El mar argentino, pues. Me pasó lo mismo con Mutis, su Maqroll el Gaviero, esa sensación de viajar a mares remotos. Viajar, lo más sublime que nos brinda la literatura. Hoy me permití viajar con los poemas de Nicolás García Sáez.

                                                                                           Leticia López Margalli

Y así se tradujo su prólogo, maravillosamente, al portugués

Não sei julgar poesia. Sou, digamos assim, escritora de televisão, e nessa linguagem que me é mais conhecida, posso fazer minha resenha: comoveram-me muito “Um Gato” e “Uma Tartaruga”, pequenas homenagens àternura. O “Poema que Pode Ter Sonhado um Ex-presidente” com o aparecimento da Bolívia pedindo sua saída ao mar. A presença de alguns dignitá- rios derrotados, uns na Grécia, outros na América Latina. A história trágica de amor que pode se intuir por trás dos golfinhos amarelos. Melancolia, um quê de humor aqui e acolá. Adoro –como nas séries de suspense– quando uma linha que não esperava, entocada atrás de uma porta, aparece de repente e me surpreende. E, como não sei julgar poesia, suponho que a boa poesia é aquela que convoca imagens, atmosferas. O aroma de uma cor ou o sabor da brisa. E neste percurso, encontro poemas com gosto de liquens, de rochas, de sal, que evocam águas cor de musgo, o vento frio, grasnidos de aves que me são desconhecidas, que talvez nunca venha a escutar. O mar argentino, então... O mesmo me aconteceu com Mutis, seu Maqroll o Gajeiro, aquela sensação de viajarmos a mares remotos. Viajar, a coisa mais sublime que a literatura nos fornece. Hoje me permiti viajar com os poemas de Nicolás García Sáez*

                                                                                              Leticia López Margalli

*Traducción al portugués: Paola Arbiser

Imágenes tomadas de la tv

 

                                                                      

NICOLÁS GARCÍA SÁEZ NÉTFLIX


Pueden leer, pinchando el link, una conversación que mantuvimos con ella en el blog de Los Verdes Platónicos

https://losverdessonlosverdes.blogspot.com/2019/12/leticia-lopez-margalli-el-secreto-de.html




viernes, 25 de noviembre de 2022

LA LUPA EN OLIVERIO / NETUNO E AS FAUNAS / NICOLÁS GARCÍA SÁEZ

Nicolás García Sáez

No sé juzgar poesía. Soy, más bien, escritora de televisión, y en ese lenguaje que me es más conocido, puedo hacer mi reseña: me conmovieron mucho “Un gato” y “Una tortuga”, pequeños homenajes a la ternura. El “Poema que pudo haber soñado un ex presidente”, con la aparición de Bolivia pidiendo su salida al mar. La presencia de dos que tres dignatarios derrotados, unos en Grecia, otros en América Latina. La historia trágica de amor que se intuye detrás de los delfines amarillos. Melancolía, un toque de humor por aquí, por allá. Me encanta –como en las series de suspenso– cuando una línea que no esperaba se agazapa tras una puerta y me sorprende de pronto.
Y como no sé juzgar poesía, supongo que la buena es aquella que convoca imágenes, atmósferas. El olor de un color o el sabor de la brisa. Y en este recorrido encuentro poemas que saben a líquenes, a rocas, a sal, que evocan aguas color de musgo, el viento frío, graznidos de aves que me son desconocidas, que tal vez nunca llegue a escuchar. El mar argentino, pues. 
Me pasó lo mismo con Mutis, su Maqroll el Gaviero, esa sensación de viajar a mares remotos. Viajar, lo más sublime que nos brinda la literatura. Hoy me permití viajar con los poemas de Nicolás García Sáez.

Prólogo de Leticia López Margalli

 

jueves, 17 de noviembre de 2022

LA LUPA EN OLIVERIO / TELAR / OLGA BARZOLA

Narrar es más que una secuencia semántica, es hallar en esos elementos lingüísticos la proximidad de nuestra frecuencia interna, es desgranar parte de esa singularidad que nos da forma. Lo que se dice estuvo flotando primero en nosotros, para transfigurarse y reflejarse en trazos que son un espejo. Porque existe una conexión intrínseca entre lo vivido y lo plasmado en el papel, la misma que siente el río con el subibaja de su corriente. Cada uno de los renglones surge de una vibración íntima, encuentra y reúne en su cauce pensamientos que no tienen clausura, sino que se inician fundados en preguntas y confluyen en palabras que intentan evocar respuestas. La mayoría de las expresiones tienen de fondo la presencia ancestral de la luna, porque fueron escritas de noche. Tal vez por eso se nutren de los sentidos, pero se anclan profundo en las emociones, insistiendo en traducir y poetizar el crudo de su lenguaje. Hubo una voz medular que fue la de Nicolás García Sáez, quien, desde una correspondencia que circulaba por diferentes aristas virtuales, tendió su origen y auxilio para que yo creyera que era posible definir un libro. Ese fue el impulso y la punzada necesaria para que desde estas orillas se fueran tejiendo y ordenando las letras que, en su conjunto, componen este discurrir, situado sobre un paisaje que nombra lo humano, porque incursiona en temas que son sustantivos para nuestra condición de viajeros. Y en ese tránsito la vida continúa desplegando su pequeño grano de eternidad, tal como en el hueco de la palma de la mano, dejando siempre espacio para que ingrese la luz de nuevos relatos.

Olga Barzola, prólogo de la autora

 

miércoles, 9 de noviembre de 2022

LA LUPA EN OLIVERIO / OPA RIRE / OLGA BARZOLA

Conocí a Olga hace cuatro o cinco años en un taller literario que por entonces yo dictaba. Ella llegaba con sus silencios y sus misterios y de pronto nos desbordaba con sus textos bellos y prolijos, sus historias audaces y sus personajes que se encarnaban ahí, al lado nuestro.

Olga disfruta de la música y de las pinturas, por ello, en casi todos sus relatos hay alguna referencia a compositores y a artistas plásticos. Pero también están escritos como en una partitura en las que ritmo y cadencia son tan relevantes como el sentido de las frases. Las descripciones de las locaciones semejan grandes frescos, con vívidos colores y trazos limpios y firmes. El lector tendrá la oportunidad de reconocer una voz cálida, de esas que no tienen estridencias ni molestan al oído. Las palabras son las justas, porque no sobran en cada una de las oraciones sino que encajan con la precisión de un mecanismo que girará armónico, hasta llevarnos a un final insospechado.

Olga hace literatura porque nos cuenta lo que pasó con palabras e imágenes que no son las ordinarias: “Una cicatriz en la cara y otras en las manos habían quedado para recordarle que hubo momentos donde ningún Dios lo custodió”, en Lunes por la tarde.

Más adelante, en el cuento Abelardo, describe sutilmente al protagonista: “Abelardo aún sueña, pero ya despierto. Sus movimientos, con el paso del tiempo, se han enlentecido, no es el mismo que levantaba grandes bultos en los galpones de la estación de tren”. Así, nos adentra en la historia de un amor perpetuo, que atraviesa el tiempo y que ni la tragedia pudo desterrar de la memoria.

El gusto pictórico de la autora se patentiza en Caravaggio anunció la despedida, donde un sueño se desovilla en una sesión de psicoanálisis, y la pasión contenida rompe las esclusas que aprisionan el deseo.

En cada relato, Olga Barzola muestra un mundo en el que podríamos habitar cómodamente porque encontramos paisajes conocidos, nos identificamos con miedos, sueños y pesadillas. Por eso, la lectura de estos textos nos resulta clara y nos lleva a sentir que dentro de este libro palpita un mundo.


Prólogo de Fabián Reato

 

jueves, 3 de noviembre de 2022

LA LUPA EN OLIVERIO / COMO LA LAVA LEVE / NICOLÁS GARCÍA SÁEZ

Nicolás García Sáez

Como la lava leve es un extenso poema, un recorrido a través de los recuerdos que se enhebran a partir del motivo del viaje como hilo conductor. Si bien lo autobiográfico está presente en el libro, nunca conviene reducir la poesía a eso solo. Las vivencias propias se transforman en metáforas de otra cosa. El mismo viaje, con toda la tradición literaria que tiene a sus espaldas, se constituye en un trayecto geográfico que deviene en una búsqueda interior. La poesía, además, es un territorio de símbolos: en este caso, el agua es el símbolo por excelencia. El poeta se sumerge en un río cordobés y ahí comienzan los recuerdos de la infancia, de lugares, de personajes, de viajes. Sumergirse en el agua es un retorno a las fuentes, un entregarse al fluir de los pensamientos, una regresión de la que se sale renovado: “recuerdos que van y vienen / en un zigzag / el líquido de un serpenteo / mientras nado y vuelo / en el agua helada”.

En cuanto a la escritura, resulta interesante la unión fondo/forma. La escritura de un poema único con mínima puntuación equivale a ese dejarse llevar por el agua. Esto provoca una serie de imágenes donde los sentidos son los protagonistas y donde las enumeraciones ―ese vértigo de las listas del que habla Umberto Eco― permiten enlazar los temas y motivos del libro: “Amanece / mientras llueven / los fragmentos / de un cielo azul / con el velo / tenue y lento / fresco, inquieto / de un año que se va / tal vez para siempre / como un recuerdo helado / añil, turquesa / como un presagio / vacío y blanco”.

Para terminar, recurro al título, aunque en realidad sea lo primero que nos llama la atención de un libro. Como la lava leve es un muy buen ejemplo de aliteración y de oxímoron, dos recursos bien poéticos que nos hablan del trabajo con el lenguaje que no debe faltar en todo poema.

Adriana Santa Cruz

La nota completa, publicada en el prestigioso sitio Leedor, también se puede leer aquí abajo

https://medium.com/leedor/como-la-lava-leve-de-nicol%C3%A1s-garc%C3%ADa-s%C3%A1ez-9581f0de2c85

 

jueves, 27 de octubre de 2022

LA LUPA EN OLIVERIO / MÚSICA ERRANTE / CECILIA GALEANO

¿Cómo hablar de las pasiones de la vida, de los desamores y de la misma angustia sin nombrarlos?, ¿cómo hacerlo sin caer en la descripción lineal y a la vez absurda, tratándose de una poesía impulsada por la fuerza creativa propia del poeta? Tal la propuesta de Cecilia Galeano en estos 32 poemas breves, su primer poemario publicado. Es así, como la autora, sin otra alternativa, habla no en demasía, y sugiere sin precisar. Los poemas, en rigor, no presentan grandes complicaciones, ni temáticas, ni formales. Sus claves están atenuadas, buscan apenas la complicidad del lector para la pausa y la contemplación. Y es así como con inteligencia, los versos se tejen a favor de la indeterminación. El libro delinea, minuciosamente, la solidez de la ambigüedad. "Un cielo quieto suena en los ojos/ ando tu herida de árboles azules/ de tu costilla viene a nacer la flor perdida/ y en lentos círculos/ lo que regresa y regresa/ se anuda/ y es dulce aliento en lo que no somos."

 Imágenes donde el dolor y la lucidez se racionan. Y también imágenes y resultados en los que alguna esperanza breve (y bella) asoma. Poesía sin artilugios ni falsas ornamentaciones. Poesía para leer y releer. Dice: "La medusa / trae un leve resplandor/ un halo/ un rumor de flores", para agregar en otro poema: "… No importa/ si somos/ hueso/ o / luz…".

Cuidadosa en el ritmo, por momentos exacto, de relojería, como ocurre en su poema Donde:  "Las cigarras insisten entre las tumbas/ arreglo las flores/ como si fuera tu pelo/ te hablo (donde no estás)/ campanitas y fresias/ el color/ borra tu nombre/ en la pizarra." Pequeñas escenas montadas en el corazón de los sentimientos. Parquedad y apasionamiento. Detrás de esa melancolía subyace un canto de amor por la vida.

Los poemas, en rigor, no presentan grandes complicaciones, ni temáticas, ni formales. Sus claves están atenuadas, buscan apenas la complicidad del lector para la pausa y la contemplación. Y es así como con inteligencia, los versos se tejen a favor de la indeterminación.*

*Augusto Munaro

 

(**) Cecilia Galeano es correctora literaria; se dedica también al diseño gráfico y a la fotografía. Colaboró con textos para El libro de los niños mágicos, de Mauricio Pavón, artista visual, y para el libro Miradas 2010-2013, del fotógrafo Tomás Casares. Publicó junto a Guillermo Soppe y Nicolás García Sáez, Contra Goliats.

El texto,  publicado en el diario ¨El Litoral¨, se puede leer también aquí abajo:

https://www.ellitoral.com/opinion/parquedad-apasionamiento_0_6t7KvQOLns.html




 

viernes, 21 de octubre de 2022

OLIVERIOS & PLATÓNICOS / VIDA, OBRA, SEXO Y ARTE DE ALBERTO CARLOS BUSTOS, MUNICIPAL Y PÁJARO (QUINTA ENTREGA) MIGUEL ÁNGEL SOLÁ

"Nació un 23 de febrero de 1909. Interrumpió mi siesta con berridos y aspavientos que ni orangután de zoológico en celo emitiría por razones elementales de corrección y urbanidad...", señala, indignado, Pièrre Pongèuse -farmacéutico y aforista de origen belga, naturalizado argentino en 1927, tras veinte años de residencia en el país -“...dormía plácidamente al son del canto de los pájaros, en la mecedora colgante que un paciente paraguayo me regalara, cuando se desató esa avalancha de gritos infrahumanos provenientes de la casucha vecina, habitada por los  Bustos. Recuerdo que algún familiar, o amigo, de éstos vociferaba a quienes quisieran escucharle -no era mi caso-:... ¡Es un varón, carajo...! Indignado, anoté en mi diario personal (que presenta como prueba) la fecha precisa para enviarles algún veneno de regalo en cada onomástico, pero diez días más tarde se mudaron de barrio, gracias a San Eufrasio que siempre cumple. Adoro a los niños, pero no soporto la grosería de festejar a grito pelado el nacimiento de quien podría llegar a ser considerado un peligroso criminal el día de mañana”. “Hay que ser mesurados –lee de su diario de notas-, en las dulces mieles de la alegría  presente, para no ahogarnos en la amargura de su rancio acíbar en el futuro”; y agrega: “este aforismo surgió ese 23 de febrero... y aquí quedó consignado... (Doy fe) ¿Ve, señorita...?”

-¿Fue aquí mismo...? ¿En esa casa contigua a la suya, el alumbramiento...?

-No. En ese entonces yo vivía en Goya, Corrientes.

-¿Alberto Carlos Bustos, nació en Goya...? ¿En la provincia de Corrientes...?

-¿Qué le estoy diciendo...?. Ese energúmeno nació un 23 de febrero de 1929, a la sagrada hora de la siesta, en Goya, Corrientes. Lea, lea usted misma-, y me tiende una vez más esa  vieja libretita, pulcra como pocas he visto, en la que se describe lo antes narrado:

“... Interrumpió mi siesta un desgraciado acontecimiento... etc. etc. etc.".

 (“El Lagarto” Nº 27. Septiembre/Octubre.1936)

 

El testimonio que brindaré a continuación, gracias al periodista y escritor japonés y también biógrafo de Bustos (que también dejó su huella en la tierra del Sol Naciente), Nigari Gómez Michiua, lo protagoniza quien fuera -según antecedentes a ampliar en futuras entregas-, el gran amigo de la infancia y primera adolescencia del Bustos que nos ocupa: José “Pep” Martell (Sic).

 -“Alberto no nació, ni vivió, ni murió. Fue el producto más acabado de mi imaginación. Yo, le di la vida. Tanta como a sus escritos, pinturas, esculturas y música. En su nombre actué, compuse, dirigí. Tal fue mi vehemencia creadora. Pero, una tarde del desleal otoño de 1933,  estando absolutamente solo en casa, un dolor punzante en mi costado izquierdo comenzó a paralizar mis miembros. “Voy a infartar, pensé”. El dolor se agudizaba, tan insoportable era que creo haber perdido el conocimiento dos o tres segundos, los suficientes  para notar como, de mi costilla, la más cercana al corazón, se desprendía un “algo”, que, al poco tomaba forma humana. –“Yo soy...”- no necesitaba que dijera más- “¡Alberto!”, grité presa de una felicidad maternal inaudita, ¡Fruto de mis adentros! ¡Hijo mío”!...  Quise abrazarle, llorar sobre esos hombros mis lágrimas parturientas. Pero no. Me lo impidió con  gestos de rechazo, de asco, de repulsión... ¡A mí... su paridor! Luego, invocando un supuesto libre albedrío propio de la condición humana, ese “algo” por mí creado que era una notoria presencia, musitó: -"Ya no te necesito, Pep. Ya soy carne y espíritu; forma y contenido; voz y voto. Mi existencia excede tu capacidad creadora. Ahora soy. Sin vos, Pep Martell. Soy para mí.". Imagine usted mi desconcierto... tamaña ingratitud sólo es mensurable remontándonos a la de Adán ante Dios mismo. Le hablé con medidas y firmes palabras; le recordé su pertenencia y deber para conmigo; le supliqué balbuciente, en un arrebato de amor que tan sólo un progenitor podría entender. Se mantuvo frío y distante. Ese no era mi Alberto Carlos. En fin: tras una discusión que soy incapaz de reproducir por absurda e intolerable, le amenacé con un viejo trabuco de mi padre. Sus ojos vibraron en lágrimas  -falsas, por supuesto- me dio la espalda y enfiló hacia la puerta de calle. Al atravesar el salón comedor -lugar espacioso y cálido, el engendro, que cobraba vuelo propio ignorando mis derechos de autor, sagrados derechos si los hubiera o hubiese-, amartillé y percutí. Giró, incólume, fijó sus ojos llorosos en los míos, y repitió…“-Sin vos, Pep...  Ahora soy para mí...”-, giró, y sin un solo rasguño ni el menor remordimiento se marchó. Había parido un inmortal. Maldito, pero inmortal. Me desmayé. Es mi último recuerdo. Hace años fui recluido en este recinto al que algunos idiotas llaman manicomio y otros, tan imbéciles como los primeros, asilo. Nadie presta interés a mis palabras, aunque sean verdades ineluctables: ¡he sido víctima de un deshecho de mi imaginación que hoy es historia viva!, ¿entiende? ¿Cómo legitimar autoría sin constancia...?. ¿Usted es biógrafo...? ¿Podría  transcribir lo que de esta boca escuchó...?  Le ofrezco lo que pida. Mi fortuna es incalculable. Podría pasar  veinte siglos costeando los gastos de este lugar y sobrarme para otros dos milenios.... ¿Me cree...? Desciendo indirecta, aunque directamente de los duques de Baviera..."***

 (“El Hipocampo”. Enero 7 al 14. 1960. Nº 15.)

*** Hasta aquí, fragmentos de una miscelánea que desarrollaré en siguientes informes, dada la relación existente entre Bustos y Pep Martell.  ¿Personaje uno...? ¿Su autor el otro...?

 

Acaso mi juventud

haya sido un tanto extraña.

Ya entonces solía huir,

inventándome otros mundos,

en la fe de conocerme...

Cuando por fin regresaba

de algún viaje imaginario,

era una gran diversión

escuchar las opiniones

de la adusta y sabia ciencia

de los llamados mayores,

sobre mis “largas ausencias",

o mis "estados letárgicos"...

Mientras yo no hacía más

que lo que correspondía

a un impulso natural

-que, más tarde o más temprano,

seguían todos los seres-,

los adultos me juzgaban

viviendo “la edad del pavo"...

 

Agosto del veintidós:

 Escucho murmullos... Ecos...

Y esa voz sin tiempo, dice:

- "Así es el juego, en esencia...

Así en el adentro nuestro...

Así también el afuera..."-

 

Agosto del cuarenta y dos:

 Estoy cumpliendo mi parte.

Robando de los bolsillos

del alma de mis edades

millones de soledades,

incontables frustraciones,

traumas, equivocaciones...

¿Será el camino del hombre

nacer, crecer, dividirse,

para volver a juntarse...?

¿Qué truco es ese...?

¿Qué juego...?

¿Quién lo gana...?

¿Quién lo pierde...?

¿Quién lo ordena...?

 

Agosto del treinta y dos:

 La vida es un gran tablero

bajo piezas que se mueven

sobre mosaicos dispuestos

con sagaz analogía:

dieciséis formas son blancas.

-tantas son como las negras-;

¿el juego transcurriría

de existir sólo las blancas?

Sin oponentes no hay juego.

No hay juego sin complementos.

Ocho peones por bando

-que parecen lo que son-,

hacen el trabajo ingrato

de intercambio, de limpieza,

de sacrificio, de lucha...

Tras esos cuantos peones,

el "alto mando" medita

técnicas de represión,

de expansión y de conquista...

 

Alfiles, torres, caballos,

se desplazan protegidos

por la turba de vanguardia.

Son, a su vez, atacados,

boicoteados, resistidos...

Saltan, corren y se esconden,

para volver a saltar

sobre algún desprevenido.

 

Hay también reinas y reyes.

Ellas son las de temer.

Ellos mantienen su esquema

de elegidos por los dioses

para reinar en la guerra

porque en el juego no hay paz,

y hasta verse acorralados,

se limitan a la espera.

 

Sostengo con los peones

mi primera conversación...

-¿Por qué esa arbitrariedad...?

¿Por qué tantos se exterminan

por cuidar a algunos pocos...? -

 Uno al turno me responde:

-"Así es el juego en esencia...

Así en el adentro nuestro...

Así también el afuera..."-

 

Agosto del veintidós

se me impone en la memoria...

 Me topo con los alfiles

y repito mis preguntas...:

-¿Por qué peones y reyes...?

¿Por qué tantas diferencias...?

¿Quién adjudica los roles...?

¿Por qué no rompen las reglas

que impiden equidistar...? -

 -"Así es el juego en esencia...

Así en el adentro nuestro...

Así también el afuera...

 Reinas, torres y caballos

son de la misma opinión...

-"¡Luego... luego le contesto...!"-

(del rey negro es la respuesta)…

-"¿Luego, de qué...?"-, le pregunto

-"De que acabe con el blanco"-

-"¿Y si el que triunfa es el blanco...?"-

-"Indáguelo, pues, a él..."-

 Desbordado de impaciencias,

a un costado del tablero,

observo lo que sucede...

Acumulo cuestionarios

de incógnitas de la vida

que, después de la contienda,

despejará el vencedor.

Me siento a esperar. Espero...

 

De ahí en más, todo tembló.

Fue una larga sucesión

de ataques y de defensas,

de marchas y contramarchas,

en medio del cruel silencio

que impone la inteligencia...

 

La batalla se hace historia

y el ejercicio final

es la quietud de los bandos

y la mejor posición

determina el ganador...

 

¿Importa quienes mataron...?

¿Importa quienes murieron...?

¿O importa sólo el espacio

que consagraron al juego...?

 

Puede ser que importe todo...

 Me deslizo en el tablero...

 El rey blanco se ha rendido

y me dispongo a indagar

al rey negro, que, triunfante,

mantiene el rostro de antes,

indiferente... inmutable...

 

-"Así es el juego en esencia...

Así en el adentro nuestro...

Así también el afuera..."


Observé, desconcertado,

que no existía otra pieza

en el orden de apariencia

que pudiera contestar

los "por qué" de mis dilemas...

 

Una sombra se proyecta

sobre mi mente aturdida...

Y en ella veo a unas manos

ordenando nuevamente

las piezas para iniciar

lo que nunca se termina;

y descubrí al jugador

que desplazaba esas piezas...

 

Hacia él me dirigí

y otra vez esa sentencia:

-"Así es el juego en esencia...

Así en el adentro nuestro...

Así también el afuera..."-

 

Presentí que mi equilibrio

se estaba comprometiendo.

El hombre se limitaba

a un porqué sin pretensiones

que mi ignorar de la vida

quería dimensionar...

 

Me sentía apabullado...

 Miré su cara otra vez,

y me pareció observar

que mutaba hasta el marfil

de una pieza de ajedrez...

Quiero ser claro...: era un rey....

un rey blanco, en un tablero...

 Miré hacia arriba... hacia abajo...

también hacia los costados...

y descubrí las cuadrículas...

y descubrí a los peones...

a alfiles, torres, caballos,

y a las reinas, y al rey negro,

y observé que ese tablero

se ponía en movimiento,

porque, de arriba, una mano

que su sombra proyectaba,

ordenaba a los nombrados

para iniciar la partida.

Y, tras la mano, otro hombre,

que era el dueño de esa mano

y que mutaba al marfil

de una pieza de ajedrez...

Y así millones de veces...

Y así, miles de millones

de otros hombres y otras manos

Y otros. Y otras. Y otras. Y otros...

Todos los hombres peones.

Y, todos, reyes y reinas.

Todos alfiles; caballos;

y torres blancas y negras;

que se apoyan; que se cuidan;

que se chocan; que se entregan;

que someten; que se atacan;

que se anulan; que se matan;

y que rezan la oración

del llamado "juego ciencia":

 

-"Así es el juego en esencia...

Así en el adentro nuestro...

Así también el afuera..."-

 

Los murmullos se diluyen...

El ritmo se hace poema...

 

Agosto del cuarenta y dos:

 "Voy a aprender a ordenar

la materia que me forma

para recomenzar el juego

cuanto sea necesario.

Seré blanco. Seré negro.

Seré tanto como sea.

Torre. Alfil. Seré caballo.

Seré peón. Seré reina.

Seré mi rey. Seré el juego.

 

En este instante dispongo

mis piezas sobre el tablero.

 

Una mano aprisiona mi cabeza

y me desliza...

 “De todos los juegos, el juego”. Alberto Carlos Bustos. Buenos Aires.  Agostos de 1922/32/42.

 

 NOTA DEL AUTOR (12 O 13, PRESUPONGO), EN FORMA DE PREGUNTA QUE -TAMBIÉN PRESUPONGO-, TODAS Y TODOS DEBEN ESTAR HACIÉNDOSE: ¿A qué llamará Bustos “ritmo que se hace poema”?. RESPUESTA: a un poema cuya estructura es una única posible basada en el ritmo sostenido y el crescendo que aporta desde el comienzo hasta su desenlace. Recuerden que Bustos escribía no para ser leído sino para ser dicho. Aunque ustedes no deberían tener que recordar nada porque, ¿qué saben de Bustos más allá de lo que yo les cuento aquí, que es más que incierto, no?... En fin. Ésta Nota del Autor, pueden saltársela u obviarla y/u olvidarla.  (¡Qué bien puesto ese y/u en nombre de la lengua que nos parió!)