En la actualidad el agua retrocedió. Camino por
las calles con un sol furioso, todavía están ahí, bien delimitadas, se ve lo
que fue el dique, las casas, hoteles, matadero, edificaciones, restos de
ventanas, chapas oxidadas, azulejos, baldosas, escombros y Don Pablo Novak con
su perro, el único habitante humano de Epecuén. Lo vi volar abrazando a su
amigo, no tenía alas como los pájaros, flotaban en el espacio en bicicleta y
los vi también estallar en piezas de rompecabezas que se convirtieron en una
bandada gris, a lo lejos. Flotó sobre la espuma y cantó canciones evocando, en
una herida, la maldición. En sus ojos están todas las grietas del lugar, las
abejas y las aves, los sueños y las caballadas, los vientos patagónicos, el
aguacero, el cataclismo, el día que fue, la luz de hoy, los tréboles y los
manojos de flores amarillas, él vio cómo nació ese pueblo y también vio cómo
murió. Él flota lento entre recuerdos, visitantes y animales. *
*María Fernanda de Broussais / Epecuén
** Sandra Escames / Otra vez Chantal
Fragmentos extraídos de textos inéditos publicados
durante el 2021 en el blog de Los Verdes Platónicos