y la luna
que
ilumina el árbol seco
y las
estrellas
que
iluminan la angustia
y
también la sorpresa
de
esas calles vacías
largas,
anchas
que
hablan con las casas
la
mitad abandonadas
la
mitad desocupadas
y los
jardines
descuidados,
mágicos
descansando
en
algún pasado próspero
remoto
y esa
atmósfera perenne
que no
se disuelve
que
permanece como el aura
de un
bailarín lento
vestido
de
amanecer y rocío
de
mañana soberbia
del
canto
¡de un
montón de pájaros!
felices,
enardecidos
¿locos
y ebrios?
que
intuyen
la
suerte que corren
gracias a su Libertad