Fantasma en la niebla, intensa porción de intimidad que, dijo, comenzó a
ser plasmada durante el primer día serrano de otro año que amanecía veraniego,
y luego −zozobrando como quien zozobra al deslizarse descalzo sobre un manto de
agua caliente y envuelto en el frío viento, hasta mediados del invierno− la
tibia pero constante decisión de ser escrito sí y solo sí, que es casi siempre,
hubiese al alcance alguna flor estimulante desprendida de la tierra,
combustible delicado para acompañarlo en la tarea.
Oliverio
Nicanor Lorca